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BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "CLARA CAMPOAMOR RODRÍGUEZ"

miércoles, 9 de junio de 2021

CLub Lector de junio

 Terminamos este curso con el último cuento de junio: "El otro yo" del escritor uruguayo Mario Benedetti. 

Puedes dejar u comentario al final de la entrada.

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. 

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

 Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.

 Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

 Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable». 

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo. 

11 comentarios:

  1. Solo tenemos una vida y debemos aceptarnos como somos. No debemos ser dos personas distintas.
    Alejandro 4º C

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  2. Igual que Armando, a veces queremos huir de las emociones y sentimientos que nos hacen diferentes a los demás y solo queremos sentirnos cómodos siendo vulgares e iguales al grupo. Somos seres únicos e irrepetibles, esa es nuestra grandeza, así podemos complementarnos y formar una comunidad. Pituka Martín Moros

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  3. A veces, no sólo tenemos un Otro yo, a veces tenemos 4 o 5,porque según con qué personas estamos y en qué situaciones, nos comportamos, a causa de la presión social, a causa de la moda, a causa del miedo a espantar con nuestra sinceridad, actuamos de forma que parecemos diferentes personas. Lo bueno es, como decía el poeta Pedro Salinas, sacar de nosotros nuestro Mejor yo y matar al resto de "yos" vulgares e inhóspitos.
    Abrazos de Carmen Guíu.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. A veces tenemos que empezar a ser más nosotros mismos porque solo hay una vida.
    2 F

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  6. Tenemos que ser nosotros mismos y no comportarnos diferente con las personas simplemente por el que dirán.

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  7. No podemos fingir ser alguien que no somos, tenemos que aceptarnos como somos y ser nosotros mismos.
    Erika Badenas 3ºD

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  8. Elena Cortés Alonso11 de junio de 2021, 5:46

    Una manera muy certera de retratar esos miedos que en ocasiones nos surgen a la hora de mostrarnos como realmente somos, con todas nuestras aristas (como bien ya han dicho). Al final tenemos que abrazar todo lo que somos, incluida esa melancolía :)

    Un abrazote para todos y todas.

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  9. La aceptación del "Otro yo" es casi una utopía...miedos, flaquezas, excesos de sensibilidad o de sinceridad, o cualquier otra rareza, me/nos dominan. Salir de nuestra "mismidad", relativizar las cosas que nos preocupan, seguro que pone cada cosa en su sitio: Vivir es urgente, nos dice Pau Dones, y sabía de lo que hablaba

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