El alumnado de 3º y 4º de la ESO del IES "Clara Campoamor Rodríguez" de Zaragoza, después de leer el primer poema del poemario De la noche al Ángelus de Mª Pilar Martínez Barca, publicado por la editorial Imperium y presentado en el Teatro Principal de Zaragoza en septiembre de 2020 por Mª Antonia Martín Zorraquino, le realizó a la autora una serie de preguntas para conocerla más, para entender su forma de escribir, su concepción de la poesía, sus dudas de interpretación del poema...
A continuación se puede leer parte del prólogo y la entrevista, que muy gustosamente nos ha concedido Mª Pilar Martínez Barca para el Blog de nuestra biblioteca y para su divulgación en el programa de "Poesía para llevar".
¿Escribiste este
poema porque es lo que sentías?
Lo escribí
tras un viaje a Taizé, comunidad ecuménica cristiana al sur de Francia, fundada
por el hermano Roger Schutz, mi hermanito Roger, terminada la II Guerra Mundial.
Creada en un principio para acoger a personas refugiadas, con los años se
especializo en recibir a jóvenes (también adultos). Además del paisaje de
praderas verdes, las vacas siempre al fondo, una iglesia construida con una
carpa enorme, como una gran tienda de campaña, unas casas de piedra que parecen
de cuento y otras de madera para los visitantes… Taizé es un lugar de oración
hecha con cantos repetitivos e interiores, como los actuales mantras en yoga.
Del viaje y de toda esa belleza surge el libro. Es una experiencia muy bonita,
hay que vivirla.
Este poema en concreto se refiere al encuentro con el fundador.
¿Te inspiraste en algo para escribirlo? Si es así, ¿en qué?
Ya he contestado en la respuesta anterior. El viaje a la comunidad y el pueblecito ecuménicos de Taizé, donde conocí a su fundador, Roger Schutz. También en la vida y la paz que se viven allí.
¿Podría ese poema ir dedicado a algún conocido tuyo?
No, va dedicado al hermano Roger (podéis buscarlo en Google). Aunque, pensándolo bien, podría ir dedicado a todos los “ángeles” y personas buenas que pasan por nuestras vidas. Que son muchos.
¿Qué sientes al escribir?
¡Qué difícil! Yo pienso que escribo porque siento, no al revés. Es un impulso, un sentimiento, una emoción fuerte lo que me hace escribir. Y entonces no puedo parar, casi me salen solas las palabras (luego hay que trabajarlo, corregir mucho). ¿Cómo me siento cuando escribo? Plena, feliz. Siempre digo que si no escribo me seco.
¿Cómo definiría su poesía?
Más difícil todavía. Mi poesía nace de la vida, de lo que vivo, lo que siento, de cualquier cosa que me llama la atención, que me causa extrañeza, que me llama. Si recordamos cómo la definía el poeta Vicente Aleixandre, la poesía también es para mí conocimiento, de mí misma, de los demás, del mundo. Quizá la poesía sea una intuición profunda.
¿Cómo te aficionaste a la poesía?
La poesía me llamó. Empecé a escribir con 6 o 7 años, y más asiduamente desde la adolescencia. Pero lo que me decidió a tomármelo más en serio fue un cursillo de Iniciación a la Poesía con el profesor y poeta aragonés Rosendo Tello, el año de la Selectividad (ahora EVAU). Le dábamos como ejercicio lo que escribíamos cada día, de forma anónima, y él nos lo tachaba casi todo para que aprendiésemos a escribir bien. Me dio tanto coraje que empecé a esforzarme por escribir bien (estructura del poema, armonía, ritmo, imágenes…), a leer a los buenos poetas…
¿Cuál es tu mayor influencia en el mundo de la poesía?
Siempre me lo preguntan. Comencé por lo típico: Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, sin comprenderlos todavía. Pero cuando comenzaron a marcarme fue a través de San Juan de la Cruz, varios poetas de la Generación del 27, la Generación o grupo poético de los 50 (Francisco Brines, Premio Cervantes 2020, José Ángel Valente…), los Novísimos, Antonio Colinas, María Victoria Atencia, Antonio Gamoneda… y tantos y tantos autores que siguen escribiendo hoy.
¿Cuál es tu poesía favorita?
No entiendo la pregunta. ¿Mía o de otros? Creo que mis mejores libros son Flor de agua, La manzana o el vértigo, Pájaros de silencio y En luna llena.
¿Alguna de tus poesías tiene un significado especial para ti?
Poemas de los libros citados.
¿En que se ha inspirado para escribir el poema?
En el viaje a Taizé y todo lo que me sugirió y despertó.
¿En el 5º verso, se refiere a un acto de superación, como tomar las riendas
de su vida?
El 5.º verso es “de un interior en llama”. No entiendo. En cualquier caso, se trataría de una superación interior, espiritual.
¿Cuándo y por qué comenzó a escribir?
Con 6 o 7 años, para los cumpleaños, y con el poeta Rosendo Tello.
¿Qué es para usted la poesía?
Todo. Vida, conocimiento, respirar, no secarme…
Usted ha recibido premios nacionales por algunas de sus obras. ¿Cuál
le ha hecho más ilusión conseguir?
Todos son hijos y frutos muy queridos.
Creo que ha sido muy trabajadora y constante a lo largo de su vida. ¿Está
satisfecha con lo que usted ha logrado tanto académicamente como
profesionalmente?
Sí, bastante. Pero siempre sueñas con la obra de tu vida, que creo no ha llegado. Todavía me siento joven.
Usted recibió la Medalla a los Valores Humanos de la DGA en el año 1989 por
su trayectoria humana y académica desde la discapacidad. ¿Daría algún consejo a
la juventud actual?
Que no os deis nunca por vencidos. Que luchéis y os superéis continuamente. Merece la pena. Y más con la que está cayendo, el futuro es nuestro (vuestro, de vuestros mayores, de los que vienen detrás). Cuanta más formación, mejor. Que nadie os engañe, nunca.
¿Fue para ti difícil empezar a escribir poemas?
Ya lo he contado antes. Empezar no; aprender a escribir bien, sí.
¿Te imaginas escribiendo otro género literario en vez de poemas, o esa es
tu única especialidad?
Sí. También escribo relatos, cuentos para niños, microrrelatos, artículos periodísticos y… novela. Y bueno, mi tesis doctoral, sobre otro poeta aragonés, Manuel Pinillos (1050 páginas escritas con dos dedos a ordenador), se puede considerar ensayo.
¿Qué recomendaciones le darías a alguien que quiere empezar a escribir
poemas?
Que leáis mucho, que encontréis vuestro propio estilo, que corrijáis. Y si encontráis un buen profesor, mejor.
¿Tienes pensado escribir algún otro libro sobre poemas?
Sí. Sobre las mascarillas, que identifico metafóricamente con la ocultación de nuestro verdadero rostro, del interior, de la verdad. Por supuesto, ahora son necesarias, hablo metafóricamente.
¿Qué te inspiró a escribir y a hablar sobre poemas en tus libros?
Lo he dicho antes. La vida, los sentimientos, la extrañeza y maravilla que nos encontramos a cada paso.
¿Fue para ti difícil empezar a escribir poemas?
No. Aprender a escribir bien, sí.
¿En qué se
inspiró al escribir esta poesía y a quien se la dedicaría o a quién está
dedicada?
Al hermano Roger Schutz, fundador del movimiento
ecuménico de Taizé. Surgió del viaje a aquel maravilloso lugar.
¿Ha visto realmente al ángel de la aurora?
Bueno, en aquel momento fue el hermano Roger, un sencillo monje que hizo realidad un hermoso sueño que tuvo en su juventud. Pero podemos encontrarnos con muchas personas buenas que lo son.
¿Qué le pasa en su interior para tener esa incertidumbre y esos temores?
Todos tenemos miedos e incertidumbres. ¡Fíjate ahora! Lo bonito es sanar, o sentirnos sanados, cuando vivimos siquiera un instante de luz. A eso me refiero en el libro.
¿Por qué el título del libro De la noche al ángelus?
En un principio iba a titularse El ángel de la aurora. Después Al Ángelus. Fue mi editora quien me
ayudó a encontrar el título definitivo, cuando vimos que la palabra “noche” era
importante en el poemario, y era como un camino y un tiempo de la noche al
alba, de la oscuridad a la luz. Muchas veces es bueno dejarte aconsejar (si ves
que el otro puede ayudarte).
PRÓLOGO
De la noche al
Ángelus es
un poemario que consta de dieciocho hermosos poemas de María Pilar Martínez
Barca. Publicado ahora, en 2020, refleja, sin embargo, un conjunto de textos
que iniciaron su camino hacia 1995. No se trata, con todo, de un grupo de
poemas reunido a lo largo de todos estos años, sino de un libro que nació con
voluntad de unidad desde su primer poema, aun cuando su creación se haya ido prolongando
en el tiempo.
La
autora nos ofrece aquí (aunque no lo diga explícitamente, solo lo sugiera) la
vivencia del encuentro esencialmente revelador que experimentó en Taizé, donde
se halla la conocida comunidad ecuménica fundada en torno a la Segunda Guerra
Mundial por el Hno. Roger Schutz, a quien María Pilar dedica la obra, porque él
fue el protagonista central de esa experiencia. Él, los hermanos de la
comunidad, el espacio y el ambiente que allí captó, interiorizó, así como el de
la abadía y el cercano pueblecito de Aumegny (que cita en la primera página del
libro), sus manzanos, sus calles, sus casas encendidas, sus aguas, su paisaje…
La experiencia de ese encuentro viene a ser, en los poemas de María Pilar, un Ángelus en su vida: una revelación que la llevó a sentir dentro de su alma, de su espíritu, de su mente y de su corazón, la vivencia de Dios, de lo divino (aunque no lo mencione propiamente), vivencia que le produjo una transformación interior esencial. Como se nos viene a decir en el primer poema (Comienza ya a llover sobre la tierra), tras cruzar la linde del antes para cruzar al después de aquella, cesó la lucha cuerpo a cuerpo “con tanta incertidumbre, con tan hondo / pozo de oscuridades y temores”, y, así, se nos confiesa paladinamente: “Me ha visitado el ángel de la aurora.” (poema I).
Este
primer texto contiene, a mi juicio, todas las claves fundamentales del
poemario, que lo dotan, a lo largo de sus dieciocho poemas de una unidad
sustancial. Un conjunto de palabras se nos ofrece como una cadena de símbolos
del paso de la noche, de lo oscuro, de lo sombrío, de la sombra, o las sombras,
a la luz, a la aurora, al alba, paso que denota la transformación vivida. Esas
palabras (incluidas también, por supuesto, las mencionadas), presentes a lo
largo de todo el poemario, se nos presentan como símbolos que reflejan el
proceso mismo vivido por la poeta. Y entre ellas, en primer término, están los
elementos esenciales en la vida del hombre: el agua, la tierra, el aire, todos
ellos, le sirven a María Pilar Martínez Barca para sugerirnos, transferirnos,
los estados del alma sentidos, interiorizados, por ella. Su espíritu se
transforma como el agua vivifica la tierra: “Comienza ya a llover sobre la
tierra / estéril del espíritu. / […] / Y el agua va calando, lentamente, / el
centro de mi sed.” (poema I). Los elementos de la tierra, vivos, se convierten
en protectores de esa transformación: “Extienden su silueta los manzanos /
sobre mi corazón, sobre las cosas, / sobre los hijos mismos de la luz.” (poema
I). El efecto vivificador del agua transforma a la poeta: “¿Qué lluvia me ha
empañado el corazón? / Posó leve su mano en mi cabeza / y me nacieron alas de
agua tibia / vislumbre de horizontes presentidos” (poema I).
María
Antonia Martín Zorraquino
Y aunque podéis buscarlo en
Internet, os adjunto una fotografía del hermano Roger que tengo en mi cuarto.
Un abrazo a todos,
Mª Pilar
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